domingo, 14 de septiembre de 2008

La Iglesia y el poder

Benedicto XVI ha condenado en París el afán de dinero y poder. Creo que nadie criticará esta condena, al menos si no excluye el afán de mejorar económicamente como un estímulo al esfuerzo y a la creatividad.

El Partido Popular apoyó decididamente la guerra de Irak, que ha costado centenares de miles de muertos y no ha mostrado arrepentimiento por ello. Lo hizo, además, contra la opinión del Papa, claramente manifestada.

Puesto que la Ley de Dios prohibe matar y muchos, cristianos o no, creemos que causar la muerte a otro ser humano es una de las acciones más graves que se pueden cometer (uno de los pecados más graves) parece que la Iglesia debería guardar una prudente distancia respecto de ese partido lo que, evidentemente, no significa echarse en brazos del PSOE, con el que tiene diferencias serias.

En cambio, la Conferencia Episcopal Española hizo, prácticamente, campaña electoral a favor del PP, organizando incluso una manifestación poco antes del inicio de la campaña que sólo tenía sentido leída en clave electoral, ya que no estaba pendiente ninguna decisión que pudiese ser modificada por la demostración.

Sin duda, la Conferencia coincide con el PP en valores más serios que la vida humana y la ley divina, lo que explica ese apoyo casi explícito. Y estos valores no pueden ser otros que la financiación de la Iglesia (la casilla en la declaración de IRPF), la clase de religión y los colegios religiosos. Es decir, dinero y poder.

Creo que la Iglesia debe realizar una profunda autocrítica, examinando la conformidad de sus acciones con la doctrina que dice defender. Como reza el dicho castellano: "obras son amores, y no buenas razones".

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