lunes, 23 de mayo de 2016

A vueltas con la lengua

Recientemente se han producido dos manifestaciones en un mismo sentido: el colectivo "koiné" se ha pronunciado a favor de una Cataluña exclusivamente catalanohablante; los promotores de un borrador de constitución de la República catalana han incluido en el mismo como lenguas oficiales únicamente el catalán y el arnés, dejando el castellano como una lengua no oficial pero con la que se pueden tener ciertos miramientos, al menos de forma transitoria.

Lo curioso es que estas iniciativas han sido criticadas, incluso desde posiciones independentistas. Esto sólo puede explicarse de dos maneras: ignorancia o hipocresía.

Es difícil pensar que alguien pueda creer sinceramente en una independencia motivada exclusivamente por razones objetivas, como evitar el denominado "déficit fiscal". La pregunta inmediata es: ¿por qué este déficit es intolerable y el que pueda darse entre provincias, comarcas o municipios de Cataluña no tiene importancia? Y, si no hay una diferencia apreciable, ¿sería también la independencia (de las provincias, comarcas o municipios perjudicados) una solución aceptable?

Lo que nos lleva a la conclusión de que quienes afirman que el castellano debería ser cooficial en la Cataluña independiente hacen, como buenos políticos, promesas que no sólo saben que no podrán cumplir, sino que en ningún momento han pensado en cumplir. La independencia es un medio para realizar el proyecto nacionalista y éste es la construcción nacional de Cataluña, vertebrada en torno a la lengua catalana como factor diferencial que se ha de potenciar. La cooficialidad del castellano implicaría ni más ni menos que la renuncia a ese proyecto, para construir un país que en poco se diferenciaría de la Cataluña actual, formando parte del Estado español.