lunes, 19 de enero de 2009

Sucesiones

Como sucede frecuentemente, hoy, 5 de febrero, La Vanguardia publica una carta contra el Impuesto sobre Sucesiones. Esta carta resalta que la supresión del impuesto en otras Comunidades y su mantenimiento en Cataluña es un atentado al principio de igualdad.

http://www.lavanguardia.es/lv24h2007/20090119/53620796761.html

http://www.lavanguardia.es/lv24h2007/20090204/53632695628.html

http://www.lavanguardia.es/lv24h2007/20090205/53633820251.html

Tradicionalmente se dice que el Impuesto sobre Sucesiones grava una capacidad económica que ya ha tributado en origen (por el Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas), por lo que supone una doble imposición. También se afirma que puede tener un efecto desincentivador del esfuerzo, ya que el individuo estaría dispuesto a trabajar en beneficio de sus descendientes, pero no del Estado.

Por el contrario, se afirma que es un mecanismo que favorece la igualdad de oportunidades, ya que no todos los individuos reciben gratuitamente la ayuda de un padre o abuelo acaudalado, de forma que su exacción reduce la ventaja y permite financiar políticas compensatorias (como becas de estudios para los hijos de familias menesterosas). Ciertamente, en muchos casos el heredero, lejos de estar desvalido y sin perjuicio de sus sentimientos, al heredar obtiene un beneficio que él no ha merecido.

También es verdad que las exenciones que nuestra legislación reconoce y las posibilidades de planificación fiscal de que disponen las personas pudientes hacen que el impuesto grave especialmente a las clases medias, no a los poderosos.

Lo que no se puede afirmar es que las diferencias entre Comunidades Autónomas son un atentado contra la igualdad. Mejor dicho, para éso se crearon las Comunidades: para establecer diferencias. Políticas diferentes, tanto en la vertiente del gasto como en la de los ingresos públicos. Diferencias en la gestión de los servicios públicos, pero también diferencias en su financiación.

Caben varias posibilidades: las Comunidades que han suprimido el Impuesto sobre Sucesiones pueden obtener financiación de otras fuentes (de otros tributos, que no se exigen en Cataluña); pueden realizar una mejor gestión, reduciendo conceptos de gasto; o pueden acudir al endeudamiento, haciendo que paguen los servicios que hoy se prestan las generaciones futuras: los que se beneficiarán de la supresión del Impuesto sobre Sucesiones, precisamente (el endeudamiento de Madrid duplica al de Cataluña).

Por tanto, hay que elegir: igualdad o autonomía. Pero, cualquiera que sea la elección, hay que estar a las duras y a las maduras: pretender que una elección no tenga aspectos negativos es infantil. Y si la política de nuestro Gobierno no nos gusta, hay que mostrarlo en las urnas, votando quien ofrezca una política diferente. Con otros costes, claro está.

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