miércoles, 4 de marzo de 2009

Integración

El artículo de Quim Monzó en La Vanguardia de hoy, 4 de marzo, pone de manifiesto algo real, que los inmigrantes no se sienten parte del país al que han llegado a vivir, pero usa el término "integración", un término con mucha carga.

http://www.lavanguardia.es/cultura/noticias/20090304/53651687051/alla-donde-fueres-vive-en-tu-burbuja.html

Integrarse, para un nacionalista, quiere decir asumir la lengua, los valores y las costumbres del llamado país de acogida. Y digo del llamado país de acogida porque de acogida real, nada: hoy como ayer, el inmigrante tiene que buscarse la vida en el país al que llega sin que nadie le ayude.

Integración significa que hay unos señores, hoy como ayer los catalanes de toda la vida, que se consideran los dueños del país y, por tanto, creen tener derecho a imponer su lengua, creencias o costumbres a los recién llegados. Les "acogen" en su casa y, por tanto, los inmigrantes deben estarles agradecidos y manifestar ese agradecimiento abandonando su lengua, sus valores, sus costumbres y adoptando los de los catalanes de toda la vida (cuidado, y en Madrid, de los madrileños, en Euskadi de los euskaldunes, en Valencia de los valencianos...).

Pero los inmigrantes del siglo XX vinieron a Cataluña porque los empresarios catalanes necesitaban mano de obra barata para sus empresas y, al obtenerla, se enriquecieron. Y los inmigrantes necesitaron vivienda, alimentos, ropa, más tarde televisión, coche y segunda residencia y los compraron aquí, dando negocio a los empresarios catalanes y, en definitiva, enriqueciendo el país. Y, desde luego, ellos encontraron un trabajo, unos medios de vida y unas oportunidades de progreso que no tenían. Luego todos ganaron.

Así pues, los inmigrantes del siglo XX nada deben a quien no les acogió, sino que les contrató porque les necesitaba, igual que ellos necesitaban trabajo. No han de estar agradecidos, ya que nada se les dió: pagaron, con su trabajo o el dinero ganado por hacerlo todo lo que recibieron. Por tanto nadie tiene derecho a imponerles otra lengua, otros valores, otras costumbres que las que ellos mismos deseen.

Y lo mismo pasa con los inmigrantes del siglo XXI. Vienen porque les necesitamos para hacer trabajo que los europeos (los catalanes) no queremos hacer, al menos por ese sueldo. Y no tenemos derecho a imponerles otra cosa que el respeto a las leyes. Y podrán, si quieren, intervenir en la aprobación de esas leyes y, por tanto, modularlas para que reconozcan sus valores.

Es decir, que debemos ser coherentes. Si nos hemos enriquecido con el trabajo de los inmigrantes, no tenemos derecho a exigirles que "se integren". La integración llegará, como de hecho ha llegado con los inmigrantes del siglo XX, mediante la suma, la aportación de las lenguas, los valores y las costumbres de unos y otros, creando un país diferente del que existía anteriormente, aunque los nacionalistas se nieguen a aceptarlo y quieran imponer un país que sólo existe en su imaginación como la única alternativa aceptable por la ley natural. Cuando sólo podemos alegar la ley natural para exigir el respeto mútuo, de los catalanes de toda la vida por los inmigrantes y de éstos por aquéllos.

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