domingo, 2 de noviembre de 2008

Artur Mas

En la entrevista que hoy, domingo 2 de noviembre, publica La Vanguardia (http://www.lavanguardia.es/lv24h/20081102/53572086314.html), Artur Mas formula una declaración espectacular: si el Tribunal Constitucional recorta el Estatut, habrá que convocar elecciones anticipadas o un referéndum.

Es decir, si el Tribunal recorta el Estatut que pactaron en La Moncloa José Luis Rodríguez Zapatero y el propio Artur Mas, la culpa será del tripartito y, por tanto, habrá que convocar elecciones anticipadas para echarlo. Es normal que el Sr. Mas quiera echar al actual gobierno, pero el razonamiento que implícitamente esgrime es sumamente retorcido.

En cuanto al referéndum, no dice qué pregunta formularía. Tal vez, podría referirse a la aceptación del Estatut, tal como haya quedado tras la sentencia del Tribunal Constitucional. Bien, si la respuesta del electorado es positiva, todo quedaría arreglado. Pero, ¿y si es negativa? ¿Qué pasaría entonces?

Una posibilidad sería volver al Estatut de 1979 y, si alguien considera que a Cataluña le conviene un nuevo Estatut, preparar una reforma meditada, jurídicamente correcta y consensuada políticamente, en lugar de una chapuza pensada sólo para ganar una ventaja partidista.

Pero, tal vez, lo que el Sr. Mas propone es, directamente, un referéndum de autodeterminación. No promover una modificación de la Constitución española que permita el Estatut que, hipotética pero muy verosímilmente el Tribunal Constitucional declare inconstitucional en varios puntos, sino convocar un referéndum prohibido por la Constitución para forzar algo que ésta no permite si no es por la vía del Título X. Algo similar al famoso plan Ibarretxe, para entendernos.

Seamos serios. Si el Tribunal Constitucional declara que artículos o partes del Estatut son incompatibles con la Constitución procede, primero, analizar la sentencia y ver qué fundamento tiene. A partir de ahí, sin perjuicio de la crítica de la sentencia, a efectos puramente académicos, reconocer los errores cometidos en la elaboración del texto estatutario. Y, efectuado este análisis, que cada formación política decida el camino a seguir. Dentro de la Constitución, que es la garantía de que, aunque no nos guste lo que tenemos, no nos impongan algo peor.

Como dijo Curchill, la democracia es el peor de los sistemas políticos, con exclusión de todos los demás.

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