domingo, 23 de noviembre de 2008

Fosas silenciadas

Un lector de La Vanguardia, del sábado 22 de noviembre de 2008, bajo el título "Fosas silenciadas"(http://www.lavanguardia.es/lv24h2007/20081122/53584632661.html), afirma que La democracia está cimentada sobre las fosas de la gente que luchó por la verdadera democracia que otros personajes que descansan en panteones les quitaron.

Lo siento, pero éso no es cierto; no todos lucharon por la democracia. Los marxistas, socialistas y comunistas, lucharon para implantar la dictadura del proletariado. Los anarquistas, que veneraban como valor máximo la libertad, destacaron por su violencia contra sus adversarios, negándoles las garantías democráticas: la seguridad jurídica, un juicio con posibilidad de defensa... Los nacionalistas catalanes se habían sublevado en 1934 contra el Gobierno legítimo de la República, elegido democráticamente, junto con los mineros asturianos, de obediencia marxista. Lucharon contra el fascismo, pero no necesariamente por la democracia.

Ni que decir tiene que ello no convierte a los franquistas en demócratas ni justifica la rebelión de julio de 1936. Pero a la República democrática configurada por la Constitución de 1931 no la apoyaban ni la derecha ni la izquierda, ambas empeñadas en imponer por la fuerza sus respectivos modelos ideológicos. La apoyaban tan sólo los partidos radicales, republicanos, minoritarios numéricamente, y ahí estuvo el gran problema de la República: las posiciones estaban tan polarizadas que casi nadie apoyaba la única opción que, por su carácter centrado, podía haber equilibrado la situación, podía haber sido viable.

Las conclusiones, a mi juicio son dos: recordemos a todos los muertos, pero no les hagamos defender lo que en vida no defendieron; y aprendamos todos a ceder para no caer de nuevo en la tragedia de la guerra civil.

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