miércoles, 19 de noviembre de 2008

Código Penal

El Periódico de Catalunya. 19 de noviembre de 2008.

Código Penal y fracaso social
JOSEP-MARIA Terricabras
Los expertos afirman que el Código Penal español es de los más duros de Europa. Al Gobierno de Madrid no le parece suficiente y quiere que lo sea más. Hace poco anunció que desea endurecer las penas por delitos de terrorismo, asesinato y por graves delitos sexuales, como la violación. Además de hacer cumplir íntegras las penas --un máximo de 40 años en la cárcel es lo que marca la ley--, cuando se haya cumplido la condena todavía podrá continuar el control, durante otros 20 años, con vigilancia y brazaletes electrónicos.Sé perfectamente que este tipo de delitos son gravísimos. No es preciso hablar más de ello. Pero, ¿justifica eso este endurecimiento de penas? Estoy seguro de que no. Y que la iniciativa del Gobierno pueda gustar a mucha gente no es ningún argumento sobre su bondad. A muchos también les gustaría reintroducir la pena de muerte, pero eso no significa que fuese bueno hacerlo (la Constitución no lo permite). En realidad, si alguien que ya ha pasado 40 años en la cárcel, después permanece aún, por decirlo así, en libertad vigilada durante 20 años, ¿no se está introduciendo disimuladamente la cadena perpetua, excluida por la Constitución? El artículo 25.2 dice textualmente: "Las penas privativas de libertad y las medidas de seguridad estarán orientadas a la reeducación y reinserción social".Claro que nadie puede creerse este artículo. La cárcel, que te desintegra de la sociedad, ¿cómo puede ayudar a integrarte en ella? No es preciso utilizar eufemismos: nuestras cárceles sirven básicamente para castigar. Pero, cuando imponemos más castigo, más cárcel y más control estamos reconociendo nuestro fracaso social y cultural, nuestra impotencia. Los cambios que hay que hacer son muy profundos e importantes. ¿Es que no vemos, por ejemplo, que con la actual legislación antiterrorista --contraria a los derechos humanos-- y con una sociedad sexualmente permisiva (películas, anuncios...), pero al mismo tiempo reprimida y llena de frustraciones personales (soledad, cánones de belleza, machismo...), estamos, en realidad, cultivando el terrorismo y los delitos sexuales?


Que me digan que la explotación del Tercer Mundo constituye una causa real del terrorismo, por ejemplo, islámico, lo puedo comprender. Pero que me digan que la legislación antiterrorista constituye una caus del terrorismo, en particular de ETA, pues de éso hablamos, no me cabe en la cabeza.

¿Quiere decir en serio el Sr. Terricabras que si Iñaki De Juana Chaos, en vez de ser condenado por sus muchos crímenes a unos, realmente pocos, años de cárcel, hubiese sido condenado a unas pocas semanas (o, ya puestos, condecorado) se habría evitado ni siquiera un atentado? O, simplemente, el Sr. Terricabras comulga con ETA y cree que darles la razón a los violentos evitaría más atentados.

Esto último es cierto: la independencia de Euskadi (o, mejor, de toda Euskal Herria) evitaría nuevos atentados en España. Claro, quizá los violentos, los nuevos gobernantes matarían a quienes no pensasen como ellos, pero éso sería un problema interno del nuevo Estado.

El Sr. Terricabras viene a decir que, en su opinión, España está oprimiendo a Euskadi y esa opresión es la causa del terrorismo de ETA. Resumiendo su argumento, las bombas las pone la Guardia Civil. Si un navajero atraca al Sr. Terricabras cuando vuelva a su casa, sin duda le comprenderá y apoyará, porque la culpa, en definitiva, es del Sr. Terricabras. ¿O sólo comprende a ETA porque él es también independentista?

En cuanto a la permisividad sexual, creo que también se equivoca. ¿A qué llama delitos sexuales? Si se refiere a la violencia machista, quizá las contradicciones de nuestra sociedad en materia sexual, la indefinición de los roles sexuales y la confusión y frustración que provocan tengan parte de culpa. Tal vez ello es válido para la violación; más difícilmente para la pederastia. Pero, precisamente, la sociedad va siendo menos permisiva con estas conductas, pese a la mayor libertad sexual. Basta con recordar los consejos de Doña Elena Francis a las mujeres obligadas a tener sexo con sus maridos pese a no desearlo o la comprensión de la sociedad con los curas pederastas.

Pero, ¿no es contradictorio exigir menos rigor en la legislación antiterrorista y una sociedad más rígida y puritana en materia sexual? Hay que actuar sobre las causas, cuando son reales y están claras, pero, cuando no basta, el Código Penal debe producir un saludable temor en quien piense en delinquir. Culpar a la sociedad queda muy progre, pero sólo tiene valor cuando uno mismo ha sido víctima del delito.

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