sábado, 25 de octubre de 2008

Amnistía

La actuación del Juez Baltasar Garzón ha puessto en duda el valor de la amnistía de 1977. Creo que hay que recordar qué sentido tuvo esa amnistía.

La muerte de Franco tuvo una gran trascendencia, ya que el franquismo era, sobre todo, una dictadura personal, no la dictadura de un partido o de un grupo. Pero los mecanismos del poder estaban en su totalidad en manos de los franquistas. En particular, el Ejército era el mismo, aunque su Generalísimo hubiese muerto.

Todo el mundo comprendía que, muerto Franco, el franquismo no tenía sentido. Pero eso no suponía que quienes se beneficiaban de la dictadura estuviesen dispuestos a perder sus privilegios, y mucho menos su libertad o su vida.

La amnistía fue una condición imprescindible para que aceptasen la democracia. Al propio tiempo, supuso la cancelación de los delitos que el régimen de Franco imputaba a sus enemigos, haciendo posible que éstos volviesen a España. Pero, sobre todo, fue la garantía exigida por quienes detentaban los poderes del Estado para que permitiesen la transición.

Las Cortes franquistas y el Consejo Nacional del Movimiento podían impedir la evolución del régimen hacia la democracia sin salirse de la legalidad. Apoyados por el Ejército y las fuerzas de seguridad, podían evitar la transición y, sin una intervención armada de una potencia extranjera, que no se hubiese producido, mantener el régimen durante años. ¿Cuántos? Es difícil saberlo. ¿Tal vez hasta el derribo del muro de Berlín, la caída de las dictaduras comunistas? Se produjo quince años después de la muerte de Franco. Quince años más de dictadura.

Éste fue el sentido de la amnistía. Quince años de democracia. El ingreso de España en la Comunidad Europea en 1985, no en 1995, con el progreso económico que ello supuso. Quince años de libertades. O cinco, o diez. Sin la amnistía, la reforma no se hubiese producido, pero la ruptura tampoco.

Antes de condenar la amnistía, es preciso valorar lo que supuso. Quienes vivimos aquella época no debemos olvidarla y debemos explicarla a los que nacieron después. Ahora la democracia parece algo natural; parece que la dictadura debía haber caído sola. Pero en 1975 o 1977 éramos conscientes de su fuerza, aunque estuviese condenada. Entonces valoramos lo que supuso la transición. No lo olvidemos.

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