sábado, 13 de diciembre de 2008

Catalanismo

Un grupo de socios del Ateneu protesta por el acto celebrado en la sede de dicha entidad por el partido que lidera Rosa Díez (http://www.lavanguardia.es/lv24h2007/20081212/53597420198.html). Afirman estar a favor de la pluralidad, de la libertad de expresión, pero niegan que unas determinadas ideas, las de ese partido, puedan expresarse.

En particular, señalan que resulta inaceptable negar que Cataluña sea una nación. No se dan cuenta de que, en definitiva, rechazan una ideología idéntica a la suya, pero basada en un objeto o, mejor, un sentimiento diferente al suyo.

En efecto, si en Cataluña hay un 48% de catalanoparlantes, un 43 % de castellanoparlantes y un 9 % de hablantes de otras lenguas (página web de la Generalitat), resulta imposible sostener objetivamente que sea una nación. No existe el grado de identidad interna y diversidad hacia el exterior que ese concepto, ciertamente difícil de definir, exige. En consecuencia, afirmar que Cataluña es una nación es expresar algo subjetivo, un sentimiento. Por tanto, lo que niegan es que alguien pueda no compartir su sentimiento.

Pero, si el nacionalismo catalán es un movimiento político, su objetivo sólo puede ser convertir Cataluña en una nación: crear esa identidad interna y esa diferencia hacia el exterior mediante la generalización del hecho diferencial es el proyecto nacionalista.

Lo que rechazan es, pues, que pueda haber otro proyecto diferente al suyo, pero tan legítimo a priori como el suyo: Cataluña sólo puede ser como ellos la desean. No, por tanto, como decidan los ciudadanos de Cataluña. Que, seguramente, no será como quisiera Rosa Díez, pero tampoco como pretenden los socios del Ateneu.

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