sábado, 20 de diciembre de 2008

Inmigración

El pacto firmado por los políticos catalanes para la acogida e integración de los inmigrantes (http://www.lavanguardia.es/politica/noticias/20081219/53602549242/firmado-el-pacte-nacional-per-a-la-immigracio-que-establece-el-catalan-como-lengua-de-acogida-ciu-ge.html) ha establecido que el catalán será la lengua de acogida. Se supone que será la lengua que se enseñe a los inmigrantes y se prevé que, para acreditar su arraigo, habrán de probar que la dominan o que la están aprendiendo.

Integrar, en este contexto, significa "pasar a formar parte de" una determinada sociedad. Lo que ocurre es que la sociedad en que los firmantes del pacto pretenden que se integren los inmigrantes no existe. La sociedad exclusivamente catalanoparlante que proponen los nacionalistas dejó de existir hace muchos años (antes de 1714, de hecho) y el proyecto nacionalista consiste, precisamente, en crear esa sociedad.

Por tanto, este pacto por la integración, en realidad, en vez de atender a las necesidades de los inmigrantes y velar por la paz social, lo que busca es utilizar a los recién llegados como peones en un proyecto político que les resulta ajeno y que, en definitiva, pretende conservar la supremacía de los "catalanes de toda la vida" sobre los que, en su día, fueron inmigrantes y hoy son, aunque la palabra sea políticamente incorrecta, "charnegos".

Lo que pretenden es que los inmigrantes de última generación se unan a los catalanes de toda la vida para obligar a los charnegos a cambiar de lengua y de sentimiento, a renunciar a sus raíces españolas a fin de formar la sociedad que pretende el nacionalismo. Y el charnego Montilla se atreve a decir que lo que busca es que Cataluña sea un solo país: sí, un solo país en que los inmigrantes del siglo XX no tengan voz ni representación política, una ficción al gusto de los que siempre han mandado y pretenden seguir en el poder.

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