martes, 23 de diciembre de 2008

Elegidos de Dios

Ciertamente, Ángel Sanz Briz, al que dedica un artículo Pilar Rahola en La Vanguardia de hoy, 23 de diciembre ("Anejo a la legación española", http://www.lavanguardia.es/internacional/noticias/20081223/53604538404/anejo-a-la-legacion-espanyola.html) merece el reconocimiento de toda la gente decente y el agradecimiento de los judíos y del Estado de Israel, por las vidas que salvó de la barbarie nazi. Pero el título de "Justo entre las naciones" que le concedió Israel parece inadecuado. Se trata de un héroe, sin duda, pero no de un semidios.

Lo que ocurre es que los judíos siguen considerándose el pueblo elegido de Dios y, por tanto, ven el servicio que se les presta como un servicio prestado al creador, y su agradecimiento como la expresión del agradecimiento divino. De ahí un título con resonancias mesiánicas.

De igual manera, es perfectamente natural y humano el agradecimiento de los obispos, sacerdotes y religiosos a Franco y a sus tropas, que les libraron de ser víctimas de la ira popular (a raíz de la sublevación, que apoyaron pero no protagonizaron, pero también antes, recuérdese la semana trágica) y les convirtieron en parte respetada del establishment.

Pero el trato que la Iglesia española dio a Franco no fue el simple agradecimiento de los miembros de su clero, sino el de salvador de la fe, de instrumento de la voluntad divina, de elegido del Señor. No supieron, o no quisieron, separar sus deseos humanos de los designios divinos y, por tanto, pusieron a Dios al lado de Franco, para lo bueno y para lo malo, como protector y cómplice, también de lo más oscuro de la dictadura. En definitiva, instrumentalizaron a Dios, al ponerlo al servicio de su agradecimiento, de su bienestar y de su poder, en lugar de someterse ellos a Su voluntad.

Quizá aún puedan recapacitar y recuperar la humildad. Recordar que la Iglesia triunfante, en buena teología, no es la que gobierna la tierra, sino la que goza de la presencia divina, en el cielo.

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