miércoles, 30 de septiembre de 2009

Sucesiones

Hay un clamor nacionalista contra el Impuesto sobre Sucesiones.

Dos argumentos son especialmente impactantes: que los herederos han contribuido(con su trabajo o con la moderación de su consumo) a la formación del patrimonio que reciben y por el cual se les exige el impuesto, y la comparación con otras Comunidades Autónomas que han suprimido o reducido el impuesto.

En cuanto al primero, hay que recordar que el Derecho civil catalán es profundamente individualista. El régimen económico matrimonial de separación de bienes, tradicional en Cataluña, supone que el cónyuge no adquiere participación alguna en los bienes de su consorte. Más claro, que la esposa del senyor Esteve, que además de trabajar en casa, atiende en "La Puntual", señera tienda de "betes i fils" de Barcelona, no cobra salario alguno y no tiene ningún derecho sobre los beneficios de la empresa.

Cuando el senyor Esteve fallece, los herederos han de pagar el Impuesto sobre todo su patrimonio, mientras que en los territorios que aplican el régimen de gananciales sólo han de pagarlo por la mitad, pues la otra mitad es propiedad de la viuda. Ello supone, automáticamente (salvo en caso de conmoriencia) una reducción del tipo (al ser menor el importe del caudal relicto) y un aplazamiento: pagarán por la mitad restante, pero al fallecer la madre, lo que supone un desembolso más asequible.

Pero es pecado hablar mal del régimen legal presuntivo, una de las señas de identidad, un "fet diferencial", que define la nación catalana. El problema viene, íntegro, de Madrid, la sede del Mal. Podrían reducir el impacto del impuesto, adoptando el régimen de gananciales, más adecuado para las clases medias y populares (lentamente, la mujer va adquiriendo unos ingresos y un patrimonio propios, aún inferiores a los de su marido). Pero prefieren la diferencia, que sólo beneficia a los ricos (o les beneficiaba: el régimen de separación servía para evitar que el marido controlase los bienes, sobre todo las fincas, de la mujer).

Por lo que respecta al segundo argumento, lo menos que se puede decir es que los nacionalistas debieran estar satisfechos: al no suprimir el Impuesto sobre Sucesiones, el gobierno catalán está ejercitando la autonomía que tanto valoran. Es otro "fet diferencial" del que debieran estar orgullosos. Pero no, lo que quieren es autonomía (independencia) en cuanto les favorezca, pero régimen común cuando suponga una ventaja.

Pues, señores, a las duras y a las maduras. Éso supone madurez, un requisito indispensable para la independencia.

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