viernes, 11 de septiembre de 2009

Charnego histórico

La Vanguardia publica hoy, 11 de septiembre, un sensato artículo de Pilar Rahola, en que critica la importancia que se ha atribuido, tanto desde posiciones nacionalistas catalanas como españolas, a algo tan nimio como el referendum de Arenys, olvidando, como siempre, que tenemos problemas reales y acuciantes (véase la crisis económica).

Sorprende, sin embargo, una metáfora del artículo. Dice Rahola que, durante un ratito, unos habrán jugado a ser Roger de Flor y los otros a ser Rodrigo Díaz de Vivar.

Roger de Flor fue un jefe de los almogávares que obtuvo victorias frente a los turcos y los alanos, en defensa del emperador de Bizancio que, finalmente, le mandó asesinar por temor a sus ambiciones políticas. Es, pues, una figura bastante acertada para representar el héroe épico de Cataluña.

Pero Roger de Flor no era catalán. Su nombre real era Roger von Blume, hijo de un caballero alemán y una dama de Brindisi, en Italia, donde nació. Fue caballero templario y, con la experiencia militar adquirida, se convirtió en caudillo de los mercenarios que la corona de Aragón envió a Oriente. Fue, pues, un charnego, que vino a Cataluña a ganarse la vida (aunque no físicamente, ya que luchó en Constantinopla).

Resulta sorprendente que una nacionalista, como es Pilar Rahola, que defiende la conservación de las esencias patrias catalanas frente a la influencia extranjera (léase española) mencione como ejemplo de héroe catalán a un charnego. Alguien que es precisamente, el portador del peligro que el nacionalismo quiere conjurar.

Pero, quizá, precisamente, la figura de Roger de Flor suponga una enseñanza: cuando estaba dispuesta a acoger el talento cualquiera que fuera su origen, Cataluña era (o formaba parte de) una potencia mundial; ahora que se cierra para defender a ultranza su catalanidad, Cataluña ha perdido incluso la posición de locomotora que venía desempeñando en España.

Qui habet aures audiendi audiat.

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