lunes, 6 de septiembre de 2010

Fusión

Interesante artículo el que hoy publica Antoni Puigverd en "La Vanguardia" bajo el título "¿White trash? Cuidado con el fuego". En él señala que el PSC ha fracasado tanto en articular la relación entre Cataluña y España mediante un modelo federal como en lograr la síntesis o fusión de las comunidades catalanoparlante y castellanoparlante en un solo pueblo.

Comenta Puigverd el conocido incremento de la abstención en las elecciones autonómicas de los castellanoparlantes que votan PSOE en las generales, que niega que obedezca a una oposición a la línea oficial del PSC. Y añade que tampoco CiU ha logrado entrar en los barrios y ciudades del cinturón barcelonés.

Por fin, advierte el riesgo que representa la frase de un escritor nacionalista, que no nombra, que niega la posibilidad de que Cataluña se fraccione en dos comunidades, por cuanto los castellanoparlantes del cinturón industrial (los "xarnegos", aunque puede que "La Vanguardia" me censure el blog por usar un término políticamente incorrecto) son "white trash", basura blanca.

Es incoherente temer la ruptura de Cataluña cuando no se ha logrado unificarla. Tiene razón el Sr. Puigverd cuando dice que los castellanohablantes no se implican. Podría decir, mejor, que dan la espalda a la política catalana. Y lo hacen porque la sienten ajena. La acción política de la Generalitat, tanto cuando gobernaban los nacionalistas de CiU como bajo los nacionalistas del tripartito, tiene como objetivo principal crear la Cataluña que desean los nacionalistas. Una Cataluña de lengua catalana que corte sus vínculos emocionales, culturales, de solidaridad, con España. Una Cataluña en que los castellanoparlantes sean, y se sientan, extranjeros.

Por ello, los "xarnegos" sienten que el Gobierno que puede trabajar a su favor no es la Generalitat, sino el Gobierno español, el de Madrid. De ahí que se abstengan en las elecciones autonómicas. Quizá esta percepción sea errónea, pero basta leer los titulares de prensa: las noticias que ponen de manifiesto diferencias con otras Comunidades Autónomas, es decir, que resaltan la autonomía catalana, siempre se refieren a la identidad y, desde luego, en el sentido catalanista y antiespañol. Rara vez hay una singularidad catalana en el ámbito social, que justifique un interés de este sector de la sociedad catalana por la acción del que debería ser también su Gobierno.

Otro diario recoge hoy un artículo que, sin ambages, sostiene que el catalán debe ser el ascensor social en Cataluña. Ello implica que hay una clara diferencia de clases, la superior, catalanoparlante, y la inferior, castellanoparlante, y que así debe continuar, si bien se ha de permitir a los castellanoparlantes que abandonen su lengua y raíces (que se arrepientan) incorporarse a la clase superior (se olvida de señalar que, además, tendrá que lograr el éxito económico, que no depende sólo de la lengua).

Si quieren una prueba más, ahí está José Montilla: sí, un "xarnego" en la presidencia de la Generalitat, pero un "xarnego penedit". ¿Alguien recuerda haber oído a Montilla hablar en castellano, como presidente, dentro de Cataluña? Si el que debería ser el presidente de todos los catalanes, el líder del partido que se supone que quiere representar los intereses de esos castellanoparlantes del cinturón industrial no les habla en su lengua (salvo quizá en campaña electoral), ¿cómo quiere que le entiendan, que confíen en él y en su programa?

"White trash" no, "xarnegos". Ésta es la categoría clave en la política catalana. Mientras los "xarnegos" sigan pensando que la política de la Generalitat no les afecta, los nacionalistas podrán seguir soñando con su Cataluña ideal, mitad medieval mitad del siglo XXI. Pero el día que se den cuenta de que pagan la construcción de una Cataluña a la medida de los de siempre, se pondrá de manifiesto que, ni se ha logrado la fusión, ni se ha pretendido lograr nunca. Lo que se ha buscado es la perpetuación del "statu quo".

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