domingo, 26 de enero de 2014

La dignidad del sirviente

En su artículo "Fue hermoso mientras duró" (La Vanguardia, 25 de enero de 2014, pág. 28) Juan-José López Burniol afirma que, el que un socialista procedente de la inmigración -José Montilla- alcanzase la presidencia de la Generalitat honra tanto al país que lo hizo posible por su talante abierto como a quien asumió el cargo por la dignidad con que la ejerció. (Ir al artículo)

José Montilla había sido durante muchos años alcalde de una localidad tan importante como Cornellà de Llobregat y, antes de asumir la presidencia de la Generalitat, ministro del Gobierno español. ¿Por qué, pues, el Sr. López-Burniol destaca la dignidad con que ejerció el cargo, como si fuese dudoso, a priori, que estuviese a la altura e, incluso, como si fuera sorpredente? ¿Hablaría de la dignidad con que ejercieron el mismo cargo Pujol, Maragall o Mas?

Pese a su talante moderado, se le escapa aquí al señor notario el prejuicio fundamental del nacionalismo (no de CiU, sino de todos los que defienden que Cataluña es una nación): los catalanes son superiores, los dueños de la finca , por eso, tienen derecho natural a gobernar. Los charnegos (la palabra es tabú, pero es la que cuadra al concepto) son unos advenedizos, buenos sólo para servir, para obedecer.

Esta idea es profundamente antidemocrática, ya que es contraria a la igualdad de todos los ciudadanos, sin que puedan admitirse diferencias por causas tales como el sexo, la raza, la religión, el origen...Las diferencias deben venir determinadas por el mérito, por la preparación, por la ejecutoria y, en último término, por el apoyo de los votantes según el viejo dicho: un hombre (una persona) un voto.

La realidad que el Sr. López-Burniol describe en su artículo es la expresión de este mismo prejuicio: un partido en que los líderes pertenecían a la burguesía catalana de toda la vida, nacionalistas, pero con ideas progresistas, y las bases procedían mayoritariamente de la inmigración, votando al mismo partido, al aparecer el PSC como franquicia del PSOE, aunque tal vez no al mismo ideario, ya que éste lo imponían las élites según sus criterios. La contradicción tenía que manifestarse en algún momento.

La solución ha de ser, necesariamente, el abandono del prejuicio y de la política de asimilación de los charnegos (la mayoría) por parte de los "catalanes de toda la vida", es decir, la aceptación por parte de los primeros de la lengua, cultura y sentimientos de los segundos, que es la plasmación de ese prejuicio. Cataluña es mestiza, plural y un país democrático no puede dar la espalda a esta realidad. 

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