jueves, 15 de julio de 2010

Banderas

La victora de la selección española en el Mundial de fútbol dio lugar a un hecho insólito: gente circulando por Barcelona (y por otras ciudades de Cataluña, supongo) ondeando banderas españolas; otras banderas españolas en los balcones. Este hecho ha sido comentado en la prensa desde diferentes enfoques, especialmente al producirse al día siguiente de la multitudinaria manifestación catalanista, en que ondearon muchas banderas catalanas y, especialmente "estelades" (por cierto, ¿alguien me puede explicar la diferencia entre la "estelada" con el triángulo azul y la estrella blanca y la otra, con la estrella roja sobre fondo amarillo?).

Pero algunos comentarios plantean cuestiones muy serias. Entre los que se han referido a una carta publicada en "La Vanguardia", quisiera destacar dos: uno que afirma que vivir y trabajar en Cataluña no basta para ser catalán; hace falta algo más. El segundo señala que hay que amar exclusivamente a Cataluña (se entiende, no amar a España) para ser catalán.

Estos comentarios implican, por una parte, que quienes vivimos y trabajamos en Cataluña podemos ser dos cosas: españoles que viven y trabajan en Cataluña, no catalanes, o catalanes. Por otra, que la diferencia no es de carácter objetivo, sino emocional o sentimental: sólo es catalán quien tiene los sentimientos adecuados.

Podemos poner estas conclusiones en relación con el discutido lema de la manifestación del sábado: "Som una nació. Nosaltres decidim." (Somos una nación. Nosotros decidimos). Así, resulta que los catalanes, es decir quienes además de vivir y trabajar en Cataluña tienen los sentimientos adecuados, son una nación y ellos, y sólo ellos, deciden acerca del futuro político de Cataluña. ¿Y los demás ciudadanos que viven y trabajan en Cataluña y que aquí tienen plenos derechos civiles y políticos?

Estos comentarios a la carta publicada en "La Vanguardia" dejan claro el verdadero objetivo del nacionalismo, que los políticos suelen disimular. Los nacionalistas pretenden reservarse el poder político incluso frente a una posible mayoría no nacionalista. Quieren imponer sus sentimientos como un dogma intocable ("Catalunya és una nació"), de manera que todos hayan de compartirlos, so pena de verse excluidos de la vida política (vivir y trabajar en Cataluña no basta para ser catalán). En definitiva, los nacionalistas tratan de mantener a los que siempre han llamado "xarnegos" (aunque ahora la palabra es políticamente incorrecta, el concepto es esencial para comprender el nacionalismo) sometidos, como ciudadanos de segunda carentes de verdadera influencia política, pese a su número.

Quizá es esto lo que quiere expresar otra carta publicada en "La Vanguardia" que recuerda al PP y al Ciudadanos que "som una minoria, però molt i molt majoritària". ¿Una minoría mayoritaria? Este oximoron, figura claramente poética, nos acerca a los sentimientos: no importa nuestro número, tenemos la razón, la verdad nos pertenece.

Eso sí, si los "xarnegos" se arrepienten y abrazan la verdadera fe (los sentimientos nacionalistas y la defensa de los intereses de la burguesía catalana de toda la vida, los Pujol, los Mas, los Maragall, los Millet...) se les perdonan los pecados y se les permite llamarse catalanes. Así, los nacionalistas han permitido acceder a la Presidencia de la Generalidad a un "xarnego" que se ha mostrado suficientemente arrepentido, como lo muestran sus clases de catalán y, sobre todo, que desde que accedió al cargo es imposible oirle hablar en la lengua mayoritaria en Cataluña que (IDESCAT dixit) es el castellano.

Naturalmente, excluir a una parte sustancial de la población de la vida política por sus sentimientos no es muy democrático. El viejo principio "un hombre, un voto" (hoy sustituido, por supuesto, por "una persona, un voto") no es compatible con la exclusión de determinadas opciones porque son contrarias a un sentimiento elevado a la categoría de dogma.

Por ello, hay que admitir que Cataluña la forman todos los que viven y trabajan en Cataluña (más los jubilados, parados, niños y expatriados temporales), cualesquiera que sean sus sentimientos. Y que las decisiones políticas se han de tomar por votación entre todos ellos, tanto si conducen a la independencia (el procedimiento es otra cuestión) como si conducen a una más estrecha vinculación con España. Cataluña no se debe convertir en un club privado al que pertenecen los señoritos, mientras el servicio no tiene ni voz ni voto.

1 comentario:

xarnegos dijo...

compartiendocontigo el análisis, esgrato empezar a ver estos análisis. Ta acabo de conocer...voy aseguir leyendo...

Como dices, y ya no solo con los xarnegos, sino con la propia migración actual, se establece un nuevo marco no cuestionable donde debes ser y sentir lo que te digan, sino asumes eso ya eres un españolista(?!!).

Hemos pasado de ser catalán quien vive y trabaja en Cataluña a quien ama, habla y practica el lengua y cultura catalana. De autonomía a nacionalismo...en fin.

Bravo por el artículo.

xarnegos